Muy por debajo en los rankings de las grandes regiones contaminantes del mundo, Centroamérica y El Caribe tienen la oportunidad, durante la actual década, de jugar un papel fundamental en la llamada ‘economía verde’.
Sobre una superficie de poco más de medio millón de kilómetros cuadrados, que representan apenas el 1% de la extensión territorial del planeta, se concentra el 8% de la biodiversidad mundial distribuida en 206 ecosistemas, 33 ecorregiones y 20 zonas de vida. Por si fuera poco, Centroamérica posee alrededor del 12% de las costas del Latinoamérica y El Caribe, incluyendo aproximadamente medio millón de hectáreas de manglares y 1.600 kilómetros de arrecifes marinos, según datos de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo del SICA.
De acuerdo al Foro Económico Mundial y al Instituto Humboldt, las BiodiverCiudades pueden restaurar el equilibrio entre la gestión urbana y la naturaleza, mediante el incremento de la infraestructura verde; la mejora de esquemas de gobernanza que promuevan soluciones basadas en la naturaleza; la generación de vínculos positivos entre lo rural y lo urbano, para una mejor conservación de la biodiversidad; la priorización de modelos de economía circular y acciones innovadoras para la competitividad económica; y el fomento de valores de bienestar y salud en la ciudadanía.
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